Las imágenes de la nebulosa Hélice y la foto más detallada de la Luna hasta la fecha demuestran que se pueden capturar impresionantes instantáneas del espacio sin salir de la Tierra
Por Omar Kardoudi
Es innegable que las imágenes capturadas por los instrumentos infrarrojos del James Webb a un millón y medio de kilómetros de distancia de nuestro planeta nos permiten ver y estudiar el cosmos como nunca antes lo habíamos hecho. Pero también es cierto que los astrofotógrafos aquí en la Tierra siguen produciendo imágenes con un detalle y una resolución tan impresionantes que nos permiten maravillarnos con ese espectáculo incomparable de colores y formas que es el espacio.
Connor Mathernet es un científico planetario y astrofotógrafo del Observatorio Deep Sky West (DSW), en Nuevo México, EEUU, que lleva tiempo capturando espectaculares imágenes del espacio. Una de las últimas es la imagen de la nebulosa Hélice, o como se la conoce comúnmente, el ‘Ojo de Dios’, que abre este artículo.
Para Mathernet, el ‘Ojo de Dios’ —una de las nebulosas planetarias más cercanas a la Tierra, situada en la constelación de Acuario a unos 650 años luz— ha sido una obsesión que le ha llevado a fotografiarla en varias ocasiones. Conseguir esta nueva imagen le llevó dos años. El investigador aprovechó su acceso a las instalaciones del observatorio DSW y empleó más de 100 horas de exposición.
“Un ordenador está programado con una lista de objetivos y decide por sí mismo, basándose en factores como la claridad del cielo, la posición del objetivo en el cielo y la distancia —así como la fase de la Luna—, cuándo va a disparar a cada objetivo”, explica Matherne en declaraciones para My Modern Met. “En este caso, esta nebulosa es una de las que se ha vuelto a visitar en múltiples ocasiones, ya que poco a poco hemos ido acumulando más y más tiempo de exposición sobre ella noche tras noche”.
Una vez capturadas las imágenes, Mathernet tuvo que procesarlas para lograr ese espectacular resultado final. “Integrar sin problemas más de 100 horas de fotografías en una sola imagen tomada a lo largo de los años no es fácil”, confiesa Matherne. “Además, como la imagen tiene un tiempo de exposición tan largo, quería asegurarme de que el procesamiento que hacía de los datos era lo más perfecto posible. Tenía que hacer una imagen impresionante que acompañara al enorme tiempo de exposición, no podía hacer una foto que se pareciera a las innumerables fotografías del mismo objetivo capturadas por otros”.
La obsesión de Mathernet con la fotografía astronómica no termina con el ‘Ojo de Dios’, solo hay que darse una vuelta por su perfil de Twitter o de Instagram para ver la gran cantidad de imágenes que ha capturado hasta la fecha. La última, realizada en colaboración con el fotógrafo espacial, Andrew McCarthy, muestra la Luna con un detalle nunca visto hasta ahora.
Esta impresionante foto de nuestro satélite también tardó dos años en ver la luz. Esté hecha con más de 200.000 imágenes, todas ellas tomadas en el transcurso de una sola noche. Desde Arizona, McCarthy capturó más de 200.000 fotos de detalle de la Luna, mientras que Matherne tomó otras 500 imágenes desde Luisiana para capturar datos en color. Luego combinaron todas las fotos para crear la enorme imagen que vemos abajo. “Todo está montado como un mosaico, y cada mosaico está formado por miles de fotos”, comenta McCarthy en una entrevista para la NPR.
El resultado es una foto de 174 megapíxeles que muestra los colores reales de nuestro satélite que nuestros ojos no son capaces de percibir desde aquí. Según explica el propio McCarthy, en la imagen se ve la Luna teñida de rojo y azul metálico, con unas manchas rojas que son consecuencia de la oxidación del hierro y el feldespato provocada por los átomos de oxígeno errantes procedentes de la Tierra.
A pesar de que el trabajo científico de Matherne le da cierta ventaja, tanto el investigador como McCarthy, coinciden en que capturar una foto así no está fuera del alcance de los fotógrafos aficionados. Todo lo que se necesita es una cámara, un trípode y un rastreador de estrellas, dicen. Los aspirantes a astrofotógrafos que quieran ir más allá, explican, pueden comprar también un telescopio, aunque recomiendan desarrollar primero habilidades fotográficas básicas antes de dar ese paso.