En Venezuela, donde la resiliencia y la esperanza florecen incluso en tiempos desafiantes, la figura materna adquiere una dimensión aún más profunda. Son ellas quienes, con ingenio y amor incondicional, navegan las complejidades del día a día, ofreciendo fortaleza y transmitiendo valores a las nuevas generaciones.
Hoy, mientras el calendario marca una fecha dedicada a ellas, la palabra «madre» resuena con una fuerza especial en cada rincón de nuestra sociedad. Más allá de los titulares y las noticias del día a día, se alza la figura fundamental, el pilar silencioso pero inquebrantable que moldea vidas y construye futuros: la madre.
En cada historia humana, desde los relatos más íntimos ha, la presencia materna es un hilo conductor, a menudo invisible pero siempre esencial. Son las primeras maestras, las enfermeras incansables, las abogadas defensoras de sus hijos y, en muchos casos, las heroínas anónimas que sostienen hogares y comunidades enteras.
En Venezuela, donde la resiliencia y la esperanza florecen incluso en tiempos desafiantes, la figura materna adquiere una dimensión aún más profunda. Son ellas quienes, con ingenio y amor incondicional, navegan las complejidades del día a día, ofreciendo fortaleza y transmitiendo valores a las nuevas generaciones.
Hoy no solo se celebra un día en el calendario, sino la dedicación, el sacrificio y el amor infinito que encarnan las madres. Rendimos homenaje a su capacidad de amar sin condiciones, de guiar con sabiduría y de inspirar con su ejemplo.
Desde esta tribuna, alzamos nuestras voces para reconocer su invaluable contribución a la sociedad. Su impacto trasciende lo familiar y se irradia en cada ámbito, construyendo un tejido social más fuerte y humano.
A todas las madres de Venezuela y del mundo, en este día y siempre, nuestro más sincero reconocimiento y admiración. Su obra perdura en cada vida que tocan, en cada corazón que aman.
Luis Molero.